Crec铆 con dos tipos de nalgadas. Mi madre, una brit谩nica cari帽osa y dulce que cri贸 a cuatro ni帽os peque帽os sin mucho apoyo, raras veces castigaba dando nalgadas. Bueno, ella nos pegaba en el trasero, bromeando, de forma afectuosa, ri茅ndose, algunas veces seguido por una cosquilla o abrazo. Si eso es dar nalgadas, ella estaba haciendo algo malo. No era un castigo. Se convirti贸 en una broma entre nosotros. Mi padre, irland茅s, airado, posiblemente un sobreviviente del castigo corporal extremo como el mayor de 10 hijos, era el castigador designado. Y, si hac铆amos algo que merec铆a un castigo, 茅l era llamado para resolverlo. Incluso si no era llamado, 茅l levantaba una mano con frecuencia.

Desde esos d铆as, dar nalgadas se acepta mucho menos en la actualidad. Hace 20 a帽os, los estudios mostraron que el 74 por ciento de los padres daban nalgadas a sus hijos. La investigaci贸n sugiere que muchos padres ahora se sienten divididos acerca de esta antigua pr谩ctica para criar a los hijos. En un estudio de 3.000 padres en todo el pa铆s, solo el 19 por ciento de los padres creen que dar nalgadas es parte del kit de herramientas est谩ndar para criar a los hijos, pero el 53 por ciento dice que amenazar con dar nalgadas es entre moderada a extremadamente importante, y 1 entre 4 padres admiten dar nalgadas a sus hijos de 鈥渦nas pocas veces鈥 a 鈥渕uy frecuentemente鈥. (Estos n煤meros pueden ser mayores porque las personas a veces mienten en los estudios acerca de los comportamientos que la sociedad desaprueba.) Basta se帽alar que dar nalgadas es una pr谩ctica que no se ha acabado. Los padres contin煤an decidiendo d贸nde se encuentran respecto al asunto m谩s en base a su propia historia familiar que a un solo consenso cultural.

Cuando se trataba de criar a mis propios hijos, no tuve que hacer mucho examen de conciencia. Mi madre y yo somos cercanas. Conf铆o en ella. Mis hijos la aman. Lo opuesto es cierto de mi fallecido padre. Nunca fuimos cercanos. No confiaba en 茅l como ni帽a y me negaba a dejarlo solo con mis propios hijos. As铆 que ellos tampoco fueron cercanos a 茅l. Como mucho, mis hermanos y yo le sobrevivimos. Posiblemente, de acuerdo a cierta investigaci贸n convincente, ni siquiera eso. 鈥淪er golpeado por los padres es una experiencia muy estresante鈥, explica (enlace en ingl茅s), Profesor de Sociolog铆a, fundador y codirector del Laboratorio de Investigaci贸n de la Familia en la Universidad de New Hampshire, y autor de numerosos libros y estudios de investigaci贸n sobre castigo corporal. 鈥淵 es un estr茅s cr贸nico que, para un tercio de los ni帽os estadounidenses, empieza en la infancia temprana. La edad promedio en que cesan los castigos corporales es de 12 a帽os. As铆 que es un estr茅s cr贸nico durante 12 a帽os. Eso afecta el cerebro鈥.

Sabiendo de antemano c贸mo me siento acerca de que un progenitor me pegue y algo familiarizada con la (enlace en ingl茅s) sobre los resultados negativos, me inclin茅 firmemente hacia el lado de los que no dan castigos corporales cuando lleg贸 el momento de criar a mis propios hijos.

驴Pero qu茅 son las nalgadas? La definici贸n del diccionario: golpear, especialmente sobre las nalgas con la mano abierta, deja mucho que desear. 驴Con qu茅 fuerza? 驴Cu谩ntas veces? 驴Es un golpe en broma en el trasero o un eufemismo para un cintur贸n sobre la carne desnuda? Los investigadores han especificado que dar nalgadas se hace con la intenci贸n de disciplinar a los hijos, y que no deja una marca o magulladura. Pero a煤n as铆 esto deja muchas preguntas sin responder.

Independientemente de la definici贸n exacta, m谩s de 100 estudios est谩n de acuerdo en este punto: Dar nalgadas no solo es ineficaz, sino que tiene resultados negativos. 鈥淟os padres no tienen forma de ver el da帽o causado鈥, explica Straus en un video reciente. 鈥淧uesto que no aparece sino meses o a帽os despu茅s鈥. La afirmaci贸n oficial sobre dar nalgadas de la Academia Estadounidense de Pediatr铆a lo explica as铆: 鈥淢ientras m谩s ni帽os sean castigados con nalgadas, m谩s rabia reportan como adultos, m谩s posibilidad tendr谩n de azotar con nalgadas a sus propios hijos, m谩s posibilidad tienen de aprobar el golpear a la pareja, y m谩s conflictos maritales experimentar谩n como adultos. Dar nalgadas se ha asociado con tasas m谩s altas de agresi贸n f铆sica, m谩s abuso de sustancias y aumento del riesgo de crimen y violencia cuando se usa con ni帽os mayores y adolescentes鈥.

Sin embargo, tomar la decisi贸n de no dar nalgadas y no hacerlo, son dos cosas diferentes. Incluso Straus reconoce que en alg煤n momento los padres enfrentan la decisi贸n de nuevo, cuando por ejemplo, experimentan furia debido a la pataleta de un ni帽o peque帽o. 鈥淓l consejo que los profesionales dan鈥, dice Straus,”es evitar dar nalgadas si es posible”. Y todo el mundo acepta eso. Pero si eres el padre de un ni帽o de dos a帽os, solo se requiere un d铆a para descubrir鈥 que esto es m谩s dif铆cil de lo que parece.

Enfrentada a ni帽os peque帽os bulliciosos, di nalgadas a cada uno de mis hijos. Una vez.

Al igual que mi madre, lo hice mal. Mi hijo se re铆a y trataba de golpearme a m铆 tambi茅n, socavando todo el esfuerzo y haci茅ndome re铆r. As铆 que cambi茅 de t谩ctica. Mi hija se re铆a y repet铆a lo que yo le dec铆a que no hiciera, as铆 que le volv铆a a dar una nalgada. En ambos casos, se convert铆a en un juego. Estaba claro a partir de mi peque帽o experimento que para que dar nalgadas tuviera un efecto disuasor yo tendr铆a que golpear a estos beb茅s que confiaban en m铆 con la suficiente fuerza como para herirlos. 驴Por qu茅 habr铆a de hacer eso? As铆 que como no pod铆a obligarme a m铆 misma a castigar corporalmente a mis hijos, yo les explicaba por qu茅 su comportamiento era inapropiado. Eso requer铆a m谩s paciencia, pero era efectivo. Mis dos hijos, que ahora son adolescentes, ser谩n adultos respetuosos y 煤tiles.

鈥淪i existe alguna edad en la que uno no debe atacar a un ni帽o鈥, aconseja Straus, 鈥渆s cuando son beb茅s o ni帽os muy peque帽os porque es cuando el cerebro est谩 en su per铆odo de desarrollo m谩s r谩pido y m谩s f谩cilmente puede inclinarse hacia el camino equivocado鈥.

El proverbio b铆blico que dice: 鈥渁quel que evita la vara, odia a su hijo, pero aquel que ama a su hijo se ocupa de disciplinarlo鈥, se cita con frecuencia para defender el castigo corporal, pero de acuerdo con los expertos esa puede ser una interpretaci贸n incorrecta. En los tiempos de los pastores que usaban una vara para guiar a las ovejas, esta met谩fora era m谩s adecuada para orientar a los hijos. Incluso si la intenci贸n de esta frase fuese literal, otro proverbio establece un castigo para los hijos irrespetuosos haciendo que los p谩jaros picoteen y se coman sus ojos. Nadie aboga por hacer eso.

En su ra铆z, la palabra disciplina significa ense帽ar. No significa golpear o castigar. Otra frase usada con frecuencia como un edicto para dar nalgadas a los ni帽os es: 鈥渆vita la vara y tendr谩s a un ni帽o malcriado鈥, tambi茅n se atribuye a la Biblia. Pero no es as铆. Proviene del poema sat铆rico Hudibras, del escritor de la era victoriana Samuel Butler. 隆Y la frase se refiere a sexo, no a criar a los hijos!

Sin embargo, nada de esto es verdaderamente importante. En un determinado momento y a lo largo de la historia, golpear a ni帽os desobedientes se convirti贸 en algo que los humanos hacen. Y estos proverbios y frases est谩n entre las muchas formas en que hemos logrado encontrar motivos, eufemismos, justificaciones y excusas para la pr谩ctica, aun cuando d茅cadas de investigaci贸n cient铆fica dicen que no solo es ineficaz sino que tiene efectos negativos que duran toda la vida sobre los hijos. Cuanto m谩s violenta es la cultura, m谩s son castigados corporalmente los ni帽os. (O tal vez es al rev茅s).

El reciente caso de Adrian Peterson de los Minnesota Vikings, se帽ala otro problema relacionado con dar nalgadas: Es muy dif铆cil determinar cu谩ndo se ha cruzado la l铆nea y se ha llegado al abuso. Peterson golpe贸 a su hijo de 4 a帽os con una rama de 谩rbol sin hojas. La paliza dej贸 ronchas, rompi贸 la piel y dej贸 marcas en todo el cuerpo del peque帽o ni帽o que estaba indefenso en un altercado con un atleta adulto profesional. Si Peterson hubiese hecho esto a alguien de su propio tama帽o, estar铆a en la c谩rcel. Pero puesto que lo hizo a su hijo de 4 a帽os, podr铆a estar dentro de la ley. Peterson lo llam贸 un chillido, muy parecido al que recibi贸 de manos de sus propios padres y lo consider贸 como un castigo razonable. (脡l acept贸 un acuerdo de culpabilidad para una multa de $4,000 y servicio a la comunidad, de modo que no se decidir谩 en un tribunal.) 脡l considera que su 茅xito como adulto lo debe a las palizas de su propio padre. Aunque no hay evidencia de esto, la experiencia de Peterson est谩 en la l铆nea de estudios que muestran que los ni帽os que reciben nalgadas o castigos corporales tienen m谩s posibilidad de golpear a otros ni帽os, a sus propios hijos, a su pareja y a otros cuando crezcan. No es sorprendente: sus padres les ense帽aron que golpear a alguien es una forma eficaz de resolver conflictos y 鈥渆nse帽ar a alguien una lecci贸n鈥.

Golpear a un ni帽o, siempre que est茅 dentro del contexto de una disciplina razonable, es legal en todos los estados. Pero dar nalgadas, cuando se hace con rabia como ocurre con frecuencia, algunas veces cruza nuestra definici贸n legal de abuso infantil. As铆 que los tribunales con frecuencia tienen que decidir cu谩les golpes son abusivos y cu谩les son parte de la crianza. Ese es un motivo por el cual m谩s de 40 pa铆ses han prohibido el castigo corporal en su totalidad, desde Noruega y el Congo hasta Brasil e Israel. Si no est谩 permitido en absoluto, no hay 谩reas grises en disputa.

Solo porque nuestros padres lo hicieron, o los padres de ellos lo hicieron, no es un argumento para continuar haci茅ndolo. Nuestros padres y los de ellos hicieron muchas cosas que ya no hacemos, como dar biberones con l谩udano a los beb茅s, pasear en autom贸vil sin cintur贸n de seguridad, arreglar matrimonios y beber alcohol durante el embarazo, porque aprendimos que eso es malo para nosotros o nuestros hijos. Tengo suerte de haber sido tan mala dando nalgadas. Mis hijos conf铆an en m铆. Mi padre, que estuvo a la altura de la tarea y se comport贸 como el padre que su padre le ense帽贸 a ser, ya era un hombre viejo antes de que pudiera admitir que se lamentaba de ese rol y deseara una relaci贸n diferente con sus hijos. Demasiado tarde.

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